Todo comenzó en un encuentro casual con el viejo capitán Sargazo. Iba por la calle solo, tambaleándose a babor y a estribor y topándose con todo lo que se le interponía en el camino. Al cruzarse conmigo me tomó del brazo con fuerza y me enseñó un mapa gastado y medio roto, con dibujos y frases sin sentido que llenaban cada pliego. Después, sin venir a cuento, rompió a reír, me dejó el mapa y se despidió gritando al viento: “¡Y así fue como terminé con una sardina en la cabeza!” Desde entonces he tenido tiempo de observar muchas veces esa vieja carta náutica, y siempre he sentido curiosidad por saber lo que signicaban, y qué sentido tenían esas frases y dibujos y, claro está, qué relación tendrían con una sardina en la cabeza de un hombre. A lo mejor ustedes son capaces de encontrar el sentido a este relato... O no.
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